Hace ya unos días que asistí al workshop de uno de mis ilustradores más admirados: Pablo Amargo.
Mucho mucho de qué hablar, tres ejercicios aparentemente sencillos pero que fueron como un jarro de agua fría y unas ganas enormes de comunicar y escucharnos fue lo que trajo Pablo ese día.
Una visión seria sobre la profesión del ilustrador, desde un punto de vista realista y sin tapujos que supuso una inyección de energía para los que supimos ver lo apasionante que es esto de ilustrar.
Si tenéis la oportunidad de acercaros a él, no lo dudéis.
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